No siempre se trata de ti
Por: Ana M. Díaz López
Algunas personas viven en un mundo donde solo lo que les afecta es importante, donde el “alguien más” es un pensamiento nulo. Son personas incapaces de empatizar con otros seres humanos. Viven pensando que su dolor es mayor, su tristeza es mayor, su coraje es mayor… Nadie sufre como ellos, nadie los entiende porque viven sintiéndose siempre como víctimas desvalidas de la vida. Estas personas nunca tienen culpa de nada, en muy pocas ocasiones asumen la responsabilidad de cómo actúan o cómo se sienten otras personas a causa de su comportamiento. Si llegasen a asumir su culpa por un instante, lo hacen con orgullo, coraje y lo ven como su defecto irremediable, como un: “Así soy”.
Estoy clara, todos/as tenemos en algún grado algunas de las características mencionadas, el problema es la inclusión del adverbio “siempre” en este asunto. El problema es que siempre o casi siempre estas personas olvidan cuánto daño hacen con su actitud. Este acto de ensimismamiento, de egoísmo, de, incluso, arrogancia provoca una cadena de eventos entre las personas involucradas, logrando dejar heridas, cicatrices y hasta irremediables distancias.
Por personas que reflejan estas actitudes egoístas, hay padres e hijos alejados, parejas separadas, hermanos en guerra, amistades enfrentadas… todos con lágrimas y esos indeseables sentimientos que provocan las ausencias.
Sé que te han dicho expresiones como: “Primero tú, segundo tú y tercero tú”, y lo entiendo, pero eso no debe convertirte en una persona cruel, porque al final del camino nacimos para vivir en sociedad, nacimos para constantemente lidiar con otros seres humanos. Existen momentos en los cuales debemos establecer distancias, pero hay relaciones que debemos cuidar más que otras, existen distancias que deben evitarse.
Cada uno de nosotros viene con una tablita adjunta, similar a esas etiquetas nutricionales que contienen los empaques de los alimentos. En esta tablita se reseña nuestra personalidad, los niveles de: carácter, nobleza, generosidad, empatía, antipatía, crueldad, etc. Es difícil que cambiemos algunas virtudes y algunos defectos, puedo entenderlo, pero creo que como seres humanos conscientes de nuestras acciones, podemos darnos cuenta de lo que hacemos; reconocer y decidir si sacar a la luz a nuestro Hitler, a nuestro Luther King o a nuestra Madre Teresa de Calcutta.
Creo en el amor, creo en la comprensión, creo que todo esto puede echar rencores y corajes a un lado, pero también creo que existen personas que se cierran y son incapaces de abrir sus corazones ante las situaciones difíciles que a veces la vida se encarga de allegarles. No te cierres, no permitas que sentimientos negativos se adueñen de ti, piensa, de vez en cuando, en quienes te rodean y lo que tu acción o tu inacción están provocando. No siempre se trata solo de ti.
¿Cómo podemos decir que tenemos fe en la humanidad si somos incapaces de mejorar? Si no podemos comenzar por nosotros, ¿cómo podemos afirmar que el resto de las personas lo harán?
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