Rencores
Por: Ana M. Díaz López
En ocasiones, somos tan egoístas que preferimos ser perdonados, pero no sabemos perdonar.
Somos tan intransigentes, que escuchamos para contestar y no para reflexionar.
En nuestro afán por tener la razón, alejamos a personas que amamos y olvidamos
que el mundo da muchas vueltas…
Somos seres humanos IMPERFECTOS, ¿por qué continuamos olvidándolo? ¿Por qué
creer que con insultos arreglamos las
cosas o con los silencios? ¿Por qué huimos de la realidad física si esta nos
persigue hasta en la almohada en la que, a veces, lloramos esas noches, cuando
la mente no se calla y los sentimientos nos agobian?
Eres quien decides ser, eres quien pide perdón o quien perdona, eres el que
elige vivir en amor o en rencor, eres el que comprende o el que condena, eres
el que ofende o el ofendido, eres la víctima o el victimario. Has sido todas,
pero siempre prefieres verte como la buena o el bueno de la película de tu
vida, por eso prefieres vivir en rencor, para sentirte como la víctima sin
darte cuenta que te conviertes en el agresor de alguien, si te enfocas en hacer
algo que lo lastime, y en tu agresor emocional porque una persona que vive con
rencor, no vive en paz. Aunque no quieras admitirlo, solo tratas de ocultar la
esencia malvada que te habita, para seguir sonriendo mientras lastimas…
Es más fácil recordar el daño que recordar lo bueno, las virtudes de
personas que se equivocaron. No sé si sentir más lástima por quien guarda un
rencor eterno y pretende vivir así y, así, se atreve a pedirle a la vida que le
ofrezca felicidad o si sentir más lástima por el corazón de aquel a quien el
rencoroso castiga o pretende castigar.
¿Quién tiene más culpa en esta vida? El que lastima y luego pide disculpas o quien no perdona y termina lastimando…
Debemos aprender a mirar con otros ojos, sin que el orgullo se interponga. Hay que sanar, tenemos que sanar por nuestro bien, el del otro y el de quienes
nos rodean. Evitar que el rencor te recorra las venas no significa que aceptes
nuevamente a quien te lastima, no es que olvides de inmediato el daño hecho, es
que continúes con tu vida… que perdones y sigas. Las horas, los días, los años
no se detienen por tus sentimientos, simplemente, los sigues sintiendo y, o
lidias con ellos lo más asertivamente posible o te condenas a vivir en tristeza
y amargura; tristeza y amargura que probablemente, sin proponértelo, te
dediques a transmitirles a quienes te rodean.
Existen personas de quienes debemos alejarnos, sí, pero, a veces, no podemos
o no debemos alejar a ciertas personas… Ten cuidado con tomar hasta a las
personas importantes como a cualquiera, ten cuidado con juzgar y no querer que
te juzguen, ten cuidado…
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