Hay que seguir...
Por: Ana María Díaz López
Todos sufrimos
en una crisis, es una sola realidad, pero se convierte en muchas realidades por
lo que nos ocurre y el modo particular en la que la manejamos. Está quien rompe
a llorar y no hace nada, durante semanas, meses y hasta años… Está quien se
seca las lágrimas y comienza, de inmediato, a buscar lo necesario para que no
le duela tanto el proceso. Está quien tiene un Honoris Causa en quejas y, para colmo, acompañado de seguidores.
Aparte de
cómo manejamos alguna crisis, también necesitamos aprender a lidiar con las
personas que no saben lidiar con ellas, esto es muy difícil, pero hay que
hacerlo. Hay que ponerles herramientas que les ayuden a manejarla. Todo es un
caos cuando hay una crisis, sin embargo, existen personas que reaccionan de
inmediato, toman acción y no esperan por nada ni por nadie, sobreviven y ayudan
a quienes se encuentran a su paso.
En ocasiones, la vida nos destroza, de golpe,
todo lo que habíamos construido, todo lo que habíamos logrado, desde un jardín,
un auto, una casa, hasta un trabajo. Si a esto le sumamos el golpe cuando la
vida nos arrebata hasta personas cercanas, se convierte todo en una situación
más desagradable. Luego de desmoronarnos, de sucumbir a la tristeza, muchos,
decidimos ponernos en pie y seguir. Eso es lo que hay que hacer, seguir. Toda
situación a la que nos enfrentamos, nos provee la oportunidad aprender, de
accionar cada pensamiento, de ponernos a prueba. Nos damos cuenta que somos más
fuertes de lo que creíamos, que somos más creativos de lo que imaginábamos y
que, a veces, nos tiene que doler el alma para poder descubrir la generosidad
que albergamos en el corazón y lo hábiles que somos.
Desde
pequeños, nos acostumbran a remendar todo: la ropa, los zapatos, alguna figura,
aparatos tecnológicos. Supongo que es por esto que muchas veces resolvemos los
asuntos con un: “arréglalo y déjalo así”, pero esta no siempre puede ser la
opción, porque existen cosas y situaciones que no bastarán con un remiendo, no
siempre las situaciones son como para ponerles un parcho y seguir.
La realidad
es que, en ocasiones, debemos reconstruir, reconstruir con ideas innovadoras
para evitar que algo se vuelva a romper. Debemos reconstruir todo, el corazón,
los pensamientos, rehacer los cimientos si es preciso. Hay que soltar el apego
a lo que nos parece imprescindible.
Sé que a
veces no sabemos por dónde empezar y todo nos parece difícil (todo, al
principio, es difícil). Sentimos que los obstáculos son más frecuentes y aunque
intentamos fluir, en cada amanecer resurge un pesimismo con el que tenemos que
luchar. Sacamos fuerza de donde no las tenemos, luchamos con ese pesimismo y
logramos aplastarlo, como un chicle en el suelo. Seguimos y ese es el problema,
que, aunque pisoteamos el pesimismo, lo seguimos arrastrando, así, adherido al
zapato. La lucha se vuelve pesada, pero no hay opciones… hay que seguir. Hay
que seguir y buscamos la manera de desaparecer esa sensación que no nos deja
avanzar, la vamos matando con una oportunidad que aprovechamos, con unos minutos
de reflexión para hallar paz o con un
acto de generosidad (hacer algo por otras personas, siempre nos hace sentir
mejor). Así, vamos logrando matar ese pesimismo que, en ocasiones, nos detiene.
Aprende a
lidiar con las crisis y con el pesimismo, son parte de la vida. Aprende a
calmarte, a buscar tu centro, tu paz,
aún en medio de la tempestad. Verás que cuando encuentres tu centro, tu paz...
serás como halo de luz en la oscuridad.
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