Pesimismo... tristeza... no sé

Por: Ana M. Díaz López

Hay momentos en la vida en los que, por más  positivos seamos, nos derrumbamos.  El pesimismo nos arropa y atraemos, como un imán, una avalancha de pensamientos negativos que terminan por romper las cadenas que nos protegen de la tristeza. Sucumbimos a esto y un nudo se nos teje en la garganta, en el pecho, en el alma… y lloramos. Describo estos instantes con lo único que puedo hacerlos visibles, con poesía.

Pesimismo… tristeza… no sé

Se nos escapan los minutos, los segundos… la vida.

Los pensamientos nos consumen, nos drenan.

Se nos vuelve el rostro a los vacíos que nos cubren los huesos

y lloramos.

Se nos escapan las horas en un tono melancólico…

y pretendemos que las lágrimas resuelvan el asunto.

Escondemos los ojos en la almohada

y el llanto crece.

Te calmas y vuelves y piensas y te hundes;

y hundes a tu calma y piensas.

Llorar de nada sirve.

Pensar de nada sirve.

Los problemas permanecen.

Llorar no resuelve, no cura, no sana.

Te calmas, te calmas y el llanto cesa un poco;

y poco a poco se seca y solo quedan los ojos rojos,

crecidos de agua de mar, acumulada, que aguantas

Te lavas el rostro, te miras al espejo y sigues… mañana será otro día

Así es la vida.

Buena noticia: Agraciadamente, estos momentos nos ocurren a todos y son pasajeros.


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